El 22 de febrero es una fecha que, desde hace hoy 11 años, en mi mente es de las tres más importantes, de las que se alternan como la más significativa de los 365 días que tiene el año. Por motivos personales, no voy a hablar de esas efemérides en esta pequeña nota. Pero lo haré sobre el aniversario de un libro que hoy cumple 376 años de haber sido publicado, previo permiso de la Santa Inquisición, la misma entidad que luego lo prohibió por 190 años, condenando a su autor, uno de los genios más grandes que ha tenido la humanidad, a pasar sus últimos días preso, condenado. Se trata del "Dialogo sopra i due massimi sistemi del mondo", libro escrito por el padre de la ciencia moderna, Galileo Galilei.

Galileo nació el 15 de febrero de 1564 en Pisa, ciudad de lo que hoy se conoce como Italia. Las enciclopedias dicen que fue astrónomo y físico, en realidad fue el padre de esas disciplinas, al menos como se les conoce hoy. Precursor del método científico, matemático, filósofo y escritor divulgador científico. Fuente de inspiración, ejemplo en el proceder, modelo a seguir de todos los que alguna vez hemos decidido iniciar carreras científicas. Nunca olvido ese experimento que realizaron los astronautas en la luna, emulando, homenajeando, al realizado por Galileo con esferas de diferentes masas rodando sobre planos inclinados o, como dice la tradición, en caída libre desde lo más alto de la torre de Pisa: ahora, una pluma de halcón y un martillo cayendo libremente en el vacío del espacio y llegando al suelo al mismo tiempo, idéntica la aceleración. Tenía razón Galileo: la lógica no es nada si la experimentación la prueba errada; Aristóteles y sus seguidores podían equivocarse. No hay verdades absolutas. Pero en 1632, tener razón casi le cuesta la vida y, de hecho, le costó pasar encerrado el resto de sus días en arresto domiciliario.
El Diálogo fue un libro escrito para el público culto, pero no especializado. No era un tratado, era un libro ameno pensado en la divulgación de ciertos descubrimientos científicos. Por medio de varios diálogos entre personajes creados especialmente, Galileo comparaba el modelo del sistema solar de Copérnico, en el que el sol es el centro y la tierra con los demás cuerpos giran a su alrededor, con el modelo de Ptolomeo, aristotélico y errado, en el que todo gira en torno a una tierra fija. En este modelo, ya superado, el mundo era un conjunto de esferas y objetos perfectos, lo que contradecía lo que Galileo había visto con el telescopio que inventó para observar el cielo, mejorando el catalejo de uso náutico: manchas en el Sol y la Luna, fases en Venus, lunas que giraban (giran) en torno a Júpiter. En aquel entonces todo esto tenía un tinte blasfémico: cómo iba a venir Cristo, el Hijo de Dios, a un mundo imperfecto; cómo iba a ser el universo un sitio de objetos manchados, amorfos, en el que la cuna del cristianismo no era el centro preciso de todo. Tras publicar sus Diálogos, Galileo fue conducido por la Santa Inquisición, acusado por el mismo Papa que inicialmente le había permitido publicar. El resto de su vida la pasó arrestado, los últimos años, en casa. Se salvó de la muerte por renegar formalmente de todo lo que sabía que era cierto: la tierra no es el centro de nada, sólo es un mundo imperfecto, uno más de muchos en un sistema inmenso para el que estadísticamente no somos nada.
A los 78 años, el 8 de enero de 1641, Galileo murió, poco tiempo después de haber sugerido el uso de péndulos para medir el tiempo, última gran contribución a la ingeniería, a las ciencias, de esta gran persona. Por nueve años, los últimos de su vida, Galileo vivió prisionero por causa de un libro que no hacía más que divulgar los últimos avances científicos de la época. Poderosa pluma, como siempre, el arma más temida por el poder absoluto que castiga con cárceles, torturas y muerte la verdad que no se puede eludir para siempre.
Trescientos sesenta años pasaron antes de que la iglesia declarara que Galileo tenía razón, pero finalmente lo hizo.
En fin, importantísimo incluso en mi vida personal, todo este asunto de Galileo es sólo una digresión, una divagación de mi mente que siempre se ha inspirado con las ciencias y la vida de los científicos. Lo importante, lo verdaderamente importante: hoy es viernes de miniTEXTOS.org y estoy muy contento de recibirlos, de presentarles los tres cuentos y dos poemas, textos literarios muy breves, que muy gentilmente han compartido con todos nosotros Norbert Bertrand-Barbe, Vilma Vargas Robles, Vicente Antonio Vásquez, Roberto Pérez-Franco y Yanuly Sansón. Edición especial, en verdad espero que la disfruten.
JLRP, editor
www.miniTEXTOS.org