7.9.07

ZONA PELIGROSA - Leadimiro González

Permanece inmóvil, adherida a la pared. Sus ojos, extremadamente negros, vigilan cada movimiento de la presa. Sabe que no puede cometer ningún error. Un sólo descuido le costaría esperar, durante horas, otro insecto.

El viento de la tarde penetra por la ventana y mece suavemente las cortinas. La mosca se desplaza incautamente cerca de ella. La experiencia de innumerables cacerías le ha enseñado que la paciencia es la mejor virtud para alcanzar cualquier objetivo. Y mientras permanece concentrada mirando fijamente a su víctima, murmullos extraños y figuras que se mueven siente a su alrededor. En realidad, ninguno de esos sonidos ni la vaga figura que se mueve en la habitación le son familiares.

El pequeño díptero aún está a unos centímetros de su alcance. Sabe con certeza que caerá en su poder como otros tantos insectos, porque esa clase de especies son demasiado ingenuas y confiadas.

Cuando al fin se siente segura, calcula la distancia con una observación casi matemática y ¡zaz! Pero en ese preciso momento de su victoria, siente que algo pesado le cae encima mientras la mosca se escapa, se eleva por los aires, y ella, sin poder evitarlo, se desploma a los pies de una pequeña sombra que le sonríe maliciosamente con una escoba en la mano, antes de ponerle fin a su existencia.


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© 2007, Leadimiro González.
Tomado de "Bajo el calor del fuego" (Fundacón Signos, Panamá, 2000).
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5 comentarios:

j4ur14 dijo...

sorprendente relato. Mis felicitaciones para el autor, y a José Luis por estos minutos de inspiración con los que me quedo al empezar mi jornada.

Saludos, Pablo.

10.21 dijo...

el comienzo no me estaba gustando, pero me hizo gracia el final

tuanis!

Anónimo dijo...

el texto de leadmirio mi encantó. es más, el primer párrafo es ya un minitexto. saludos. alondra

Edilberto González Trejos - Autor dijo...

El elemento sorpresa auténtico después de una tensión bien trabajada.

Unknown dijo...

Hola amigos de minitextos:
Leadimiro, es como una ola que avanza ganando energía y altura, pero no para caer...para asombrarnos.
Isabel