19.10.07

DINOSAURIOS AL DESPERTAR - Minipresentación, edición #25

La oveja negra

En un lejano país existió hace muchos años una oveja negra.

Fue fusilada.

Un siglo después, el rebaño arrepentido le levantó una estatua ecuestre que quedó muy bien en el parque.

Así, en lo sucesivo, cada vez que aparecían ovejas negras eran rápidamente pasadas por las armas para que las futuras generaciones de ovejas comunes y corrientes pudieran ejercitarse también en la escultura.

—Augusto Monterroso (1921 - 2003)

He soñado varias veces que estaba despierto y en mi feliz sueño de vigilia los dinosaurios desaparecían, como también lo hacía la sociedad de rumiantes que alegremente ha dado muerte siempre a cada oveja negra aparecida. He soñado que ese bruto primitivo de cerebro pequeño, enorme quijada y bestiales maneras, al igual que el noble animal, que vivió en la tierra millones de años antes que nosotros, ha desaparecido de una vez por todas. Pero, como siempre, surge Monterroso que parece que me observa al levantarme y le dice a todos: "cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí".

Un par de dinosaurios y un rebaño de blancas y muy puras ovejas estúpidas con ganas de sacrificar a alguien, aunque a diferencia de las del cuento, las que están en mi triste despertar ni siquiera se interesan por tratar (torpemente) de hacer estatuas ecuestres.

Era inevitable. Tarde o temprano Monterroso, el maestro del minicuento, iba a ser citado en miniTEXTOS. Me hubiera gustado comentar más del autor guatemalteco, nacido en Honduras, orgullo del istmo del centro de América, pero el espacio miniaturizado de este editorial casi se me ha terminado. Lo poco que queda quiero dedicarlo a comentar algo sobre uno de los autores programados para esta edición #25, que hoy comparto con ustedes.

Se trata de Katia Chiari, elegida hace unos días por un jurado internacional, unánimemente, como autora de la mejor obra presentada en la sección de poesía del Concurso Literario "Ricardo Miró", el más importante de las letras panameñas. Pero, cosas de la vida, un comité de burócratas, nombrado especialmente para ello, decidió quitarle el premio por un tecnicismo que, a mi concepto, no afecta el resultado a menos que se anule lo actuado por los tres jurados (embarrados por dicho comité) y, sobre todo, se borren íntegros los poemarios previos, cada uno ganador de premios de prestigio, trabajo intachable que demuestra la calidad de la artista de la que les hablo. Lo peor de todo, es que los medios masivos de comunicación le han dado por primera vez cobertura a la literatura nacional en primera plana y prime time, pero en una horrible fiesta amarillista que ha terminado por desprestigiar al concurso que, asumo que de buena fe, era lo que los funcionarios del comité deseaban proteger.

En fin, de uno de los libros de Katia Chiari publico hoy un poema, aunque no una miniatura, sí una buena muestra de su obra. El que estaba programado para hoy, precioso poema que personalmente seleccioné del libro ganador, no lo publicaré por solicitud especial de la autora. Con ella, también tengo el honor de presentarles los poemas y cuentos de Raúl Cuestas, Edilberto "Songo" González Trejos, Miguel Ángel Chinchilla y Michèle Najlis. Centroamérica, en esta edición, representada por excelentes autores.

JLRP, editor.

LAGARTIJAS Y ESTRELLAS, 2 - Katia Chiari

2

Bajo el encaje de la noche,
entre sal, barcos y cervezas,
fuimos vírgenes,
yo en tu cuerpo,
tú en mi cuerpo.
Los dos a merced de nuestras carnes,
mañana consumida por tu piel.

En alta mar,
absortos en el vaivén,
de tan sumergidos
nos brotaron escamas.

Y no hubo corriente
capaz de arrastrarnos.

Anclados a nuestras caricias,
como pulpos,
hurtamos todas las estrellas
y le dimos al mar su sal.

Del azul
saltamos al azul
para luego recogernos
sobre la firmeza
de la tierra
en nacimiento.

Y crece,
nos abarca,
cuestiona,
fluye,
perdona,
comprende,
enlaza,
renace
en cada estrella
y es azul
la confirmación.

No puedo sacudir las miserias
ahora que huele a sexo
y el reloj marca tu hora.

Quizás cuando olvides
el sabor de mis senos
o mis labios estén áridos
en tus inviernos
mis pulmones cargados
revienten en lágrimas
sobre mis versos...

Ahora
huele a sexo
y el reloj marca tu hora.


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© 2007, Katia Chiari
Tomado del poemario "Lagartijas y estrellas" (2000)
Puedes saber más de la autora [[AQUÍ]].

RESONANCIAS - Raúl Cuestas

(...) sois semejantes a sepulcros blanqueados.
—Mateo 23, 27.


Cuando la oí por primera vez miré hacia ella esperando tal vez encontrar un ángel o una hurí escapada del edén islámico. Bienvenidos, pasen adelante. Sus palabras eran un susurro suave, relajante, voluptuoso, que sobresalía sobre los ruidos insulsos de aquella recepción. Su voz, cristalina y profunda a la vez, hacía juego con su apariencia sofisticada, aristocrática, segura de sí misma. Su cabello elevado, su cuello de cisne, la elegancia deliberada de sus movimientos y el porte refinado de sus ademanes dejaban entrever una persona extraordinaria y una alcurnia fuera de lo común. Pero lo que más la destacaba eran las tonalidades de su voz acariciadora: de su boca y garganta emanaban combinaciones complejas, tonos inesperados, timbres armoniosos, en los cuales se combinaban acordes de arpa con polifonías de oraciones tibetanas. Su conversación era a la vez gorjeo de ruiseñor, diva operática, brisa en el bosque, cascada de cristal.

Años después la vi en mi consultorio. Buenos días doctor. Su voz maravillosa mantenía su encanto embrujador, seductor. Pero su aspecto me asombró: Estaba demacrada, triste, agotada, como pisoteada por la vida, sin energía, sin esperanza. Su sonrisa era un rictus trágico, en vez lucir su porte aristocrático su cuerpo era una imagen de agonía lenta y en lugar de su antigua mirada olímpica sus pupilas reflejaban un agobio indescriptible.

Al auscultar su pecho y ver los resultados de las pruebas comprendí la triste realidad: las resonancias maravillosas que adornaban su voz celestial eran el producto de la tuberculosis que por años había corroído sus pulmones, garganta y cuerdas vocales, creando en esas cavidades las sibilancias armónicas que disimulaban con belleza la enfermedad que pronto la mataría.


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(c) 2007, Raúl Cuestas
Puedes saber más del autor [[AQUÍ]].

RUMBO - Edilberto "Songo" González Trejos

He perdido la brújula varias veces
Persiguiendo saciar mis apetitos,
Cuando en mi corazón siempre he sabido
Cuál es mi norte y aún se me ofrece.

—Marzo, 2003


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© 2007, Edilberto "Songo" González Trejos
Puedes saber más del autor [[AQUÍ]].

HIJO DE PUTA - Miguel Ángel Chinchilla

En este país cho es como decir callate maje dejá de hablar. En Washington Cho es sinónimo de desquiciado, de coreano maldito mirá lo que hiciste.

Huevos tuvo el chinito, huevos y pisto para comprarse los cuetes, vergón que por allá es más fácil adquirir esos juguetes.

Yo digo, tanta bulla por treinta muertos, si en Irak se mueren por centenares y nadie se espanta. De todos modos se iban a morir, así decía mi abuelo que por mucho tiempo perteneció a la antigua policía de hacienda.

Mire, si yo no estuviera cuico de esta pata, no anduviera vendiendo discos pirateados sino que sería militar y andaría volando verga allá por Bagdad matando a esos musulmanes que no creen en Cristo, palabra.

Es que a veces me entran unas ganas inmensas de matar gente, sobre todo la que se cree superior y se burla de uno. En el instituto nacional había un maje que por joder me decía: "ey, cojo te cojo y si te caés te recojo", provocando las risotadas de la clase, sobre todo de las compañeras que me miraban con compasión. Otro día el mismo maje me dijo hijo de puta y yo me fui a llorar detrás de los escusados porque era verdá, mi nana era una puta, la recuerdo llegando en la madrugada, ebria y luciendo aquella minifalda y aquellas botas impúdicas.

En dichos momentos que recuerdo hubiera querido matarlos a todos como bien hizo el chinito con esa gente que se burlaba de él.

Un diputado dijo un día de estos en televisión algo que me gustó mucho, un viejo dicho pistolero: "Dios creó a los hombres y Samuel Colt los hizo iguales", que verdá más profunda ¿no le parece?

Mire, aquí en esta caja tengo todos los recortes del coreanito Cho que han salido en los periódicos, realmente es mi héroe, aunque yo no tengo los huevos ni el pisto que tuvo él para liberarse, además aquí no es allá.

Es posible que yo ande desquiciado como el chinito Cho, o quizás más, digo, por esas ganas inmensas de matar que últimamente me están dando, odio a la gente, a una más que a la otra, necesito una pistola, ¿dónde puedo conseguir una barata...?


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(c) 2007, Miguel Ángel Chinchilla
Puedes saber más del autor [[AQUÍ]].

ESTE AMOR - Michèle Najlis

¡Este amor
cuya carencia
_____abrasa,
cuya presencia
_____incendia!

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(c) 2007, Michèle Najlis
Puedes saber más de la autora [[AQUÍ]].

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