Bienvenidos al futuro, bienvenidos a 2008. Según muchos autores de ciencia ficción del siglo XX, para esta fecha tendríamos inventos y avances o retrocesos que harían del mundo un lugar sorprendentemente distinto al que conocemos. Para unos por lo bueno, para otros por lo catastrófico. Utópico optimista, distópico pesimista. Y es que, según ellos, para estas fechas ya deberíamos haber roto la barrera de la velocidad de la luz, posibilitándonos la exploración práctica del universo; deberíamos tener computadoras con inteligencia humana o sobrehumana capaces de ayudarnos en nuestras decisiones más complejas (tales como elegir presidentes); deberíamos haber hecho contacto con civilizaciones extraterrestres, buenas o malas; deberíamos haber destruido el mundo en una o varias hecatombes nucleares, causadas por una estúpida guerra fría aún inconclusa o, más recientemente, por esas armas que aún pululan entre nosotros y, cuando no, aún buscamos hacerlas o nos matamos por impedirlo.
Sea como sea, aún el mundo sigue siendo mundo, y el ser humano, humano. Al menos por un día más. Por un instante. Por este año 2008 o tal vez ni siquiera eso. Y, tal vez, en el fondo ni siquiera es importante: aún cuando desapareciéramos en este momento preciso, en el universo inimaginablemente vasto, el paso breve de la humanidad a través de la historia no sería más que un fenómeno insignificante.
Pero no para mí, no para ti. Nuestro universo, el que percibimos, el único que importa, parte de lo inmediato, lo cercano, lo perceptible, lo entendible. En ese universo personal, en la realidad de cada uno, mientras continuemos existiendo en el espacio de tiempo que tenemos y como sabemos hacerlo, sucede al revés y poco tienen de interés eventos macrocósmicos que no nos afecten directamente. Más importante es la vida del amigo, del vecino, la elección del gobernante local, el signo de un diploma de papel, las noticias impresas de ayer o la textura del cuero del pernil asado para Navidad. Qué bueno que es así. Y qué bueno que hoy puedo disfrutar escribiéndote estas líneas, desearte lo mejor para el 2008 y presentarte la edición #36 de miniTEXTOS.org, en lugar de pensar en las posibilidades de que en la vecindad espacial suceda un evento catastrófico, digamos una supernova, y que la vida en la tierra se acabe irremediablemente.
Como de costumbre, en esta edición tenemos a cinco autores. Carlos Fong y Luis Xavier Collado, que ya habían publicado en miniTEXTOS.org anteriormente y, por primera vez, Diego Edgardo Rey, José Barrera y Tatiana Lobo Weihoff. Narradores y poetas contemporáneos. Espero que los disfruten.
JLRP, editor.
4.1.08
EVA - Luis Xavier Collado
Eva es un sistema de sueños
que permite a un hombre entregar
una costiila dormido.
---
© 2007, Luis Xavier Collado
Tomado de "Panadero en tu vino alcé mi caliz"
Puedes saber más del autor [[AQUÍ]]
www.miniTEXTOS.org
que permite a un hombre entregar
una costiila dormido.
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© 2007, Luis Xavier Collado
Tomado de "Panadero en tu vino alcé mi caliz"
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UÑAS - Tatiana Lobo Wiehoff
Efectivamente, Las uñas del paraíso es un estudio sobre el egoísmo y sus derivados. Ya van como 5 versiones de este ejercicio obsesivo, variantes formales para contar siempre lo mismo. De una a otra se va adelgazando y creo que terminará por desaparecer completamente. Es un cuento que se suicida de a poquitos porque no soporta la culpa que lo agobia.
Y pasemos a algo mucho más agradable. Las he pasado estupendamente con tus comentarios literarios. Ese ingenio tuyo, además de erudito y apasionado, es una delicia. Te brotan las palabras y los giros y las figuras con esa naturalidad que solo se consigue cuando se tiene un dominio total sobre la memoria y las conexiones neuronales bien aceitadas. Ya quisiera yo tener un 10 % de tu facilidad, vivo peleando con mi exiguo vocabulario para encontrar la expresión exacta que persigo y nunca encuentro.
Por cierto que me pasó otra coincidencia, esta vez con Ibargüengoitia (¡que trabalenguas estos apellidos vascos!), también tengo un Aldebarán. El mío, Pedro, prófugo de la Inquisición de Sevilla, llega a Costa Rica cuando Carlos el Hechizado, consigue trabajo en el cabildo, como no hay circulante en metálico le pagan con unas cuantas semillas de cacao, se enreda con Agueda Perez, mujer del capitán Casasola y…( como no te gustan las novelas históricas nunca te vas a enterar si le aumentaron el salario)
En cuanto a tu fobia proustiana, para leer al asmático es requisito comer, antes, una galletita de avena remojada en té de manzanilla. A mí me calma los nervios pero no me duerme. Es de los pocos autores que puedo leer cuando estoy con gripe.
Y Costa Rica se ha vuelto delirante. Acaban de aprobar una ley que penaliza con más años de cárcel al que fotocopia libros que al que viola a una mujer. Ergo, “libros no, violencia sí”.
Pero mejor cuéntame cosas bonitas hablemos de cosas más importantes y gratas. Tu nietito, el chiquilín, el de Brecht, ¿vive también en Colonia? Y una curiosidad con efecto retroactivo, ¿quién es Dini?
Te abraza, Tatiana
---
© 2007, Tatiana Lobo Wiehoff
Puedes saber más de la autora [[AQUÍ]]
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Y pasemos a algo mucho más agradable. Las he pasado estupendamente con tus comentarios literarios. Ese ingenio tuyo, además de erudito y apasionado, es una delicia. Te brotan las palabras y los giros y las figuras con esa naturalidad que solo se consigue cuando se tiene un dominio total sobre la memoria y las conexiones neuronales bien aceitadas. Ya quisiera yo tener un 10 % de tu facilidad, vivo peleando con mi exiguo vocabulario para encontrar la expresión exacta que persigo y nunca encuentro.
Por cierto que me pasó otra coincidencia, esta vez con Ibargüengoitia (¡que trabalenguas estos apellidos vascos!), también tengo un Aldebarán. El mío, Pedro, prófugo de la Inquisición de Sevilla, llega a Costa Rica cuando Carlos el Hechizado, consigue trabajo en el cabildo, como no hay circulante en metálico le pagan con unas cuantas semillas de cacao, se enreda con Agueda Perez, mujer del capitán Casasola y…( como no te gustan las novelas históricas nunca te vas a enterar si le aumentaron el salario)
En cuanto a tu fobia proustiana, para leer al asmático es requisito comer, antes, una galletita de avena remojada en té de manzanilla. A mí me calma los nervios pero no me duerme. Es de los pocos autores que puedo leer cuando estoy con gripe.
Y Costa Rica se ha vuelto delirante. Acaban de aprobar una ley que penaliza con más años de cárcel al que fotocopia libros que al que viola a una mujer. Ergo, “libros no, violencia sí”.
Pero mejor cuéntame cosas bonitas hablemos de cosas más importantes y gratas. Tu nietito, el chiquilín, el de Brecht, ¿vive también en Colonia? Y una curiosidad con efecto retroactivo, ¿quién es Dini?
Te abraza, Tatiana
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© 2007, Tatiana Lobo Wiehoff
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ERÓTICA - José Barrera
Y si te regalo una flor,
qué pasaría en el universo.
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© 2007, José Barrera
Puedes saber más del autor [[AQUÍ]]
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qué pasaría en el universo.
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© 2007, José Barrera
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REQUIEM PARA BALLENATO - Carlos E. Fong A.
Durante toda su adolescencia Cara de Bebi trabajó lustrando los zapatos de cientos de chorreranos. Hoy es barbero y tiene su propio negocio cerca del parque 3 de noviembre. De vez en cuando, si alguien se lo recuerda, narra aquella broma que le hizo a Ballenato con una mezcla de satisfacción y nostalgia. Para entonces, tenía su silla de limpiabotas a la entrada del antiguo Más por Menos, frente a La Estrella, donde dicen que una vez se guareció Victoriano Lorenzo de los conservadores.
Ballenato, el loco del pueblo que se imaginaba siempre conduciendo un auto, llegó esa tarde y parqueó su carro imaginario frente al comisariato. Ballenato era todo un personaje. Hubo días en que provocó hasta tranques descomunales y el guardia de tránsito, para que Ballenato no fuera atropellado, tenía que seguirle la corriente y ayudarlo a empujar su carro, que se había descompuesto en plena calle, para estacionarlo a un lado de la vía.
Aquella mañana, como casi siempre, Ballenato llegó con todos sus ademanes de conductor: girando el timón, metiendo cambios cautelosos, echando reversa, hasta que logró parquear su carro al lado de la silla de Cara de Bebi; fue cuando se le ocurrió la broma.
Cuando regresó Ballenato y se preparaba para abrir la puerta de su carro, Cara de Bebi le dijo que cuál carro iba a manejar si se lo habían robado en su ausencia. La ira de Ballenato fue tan grande que casi destruye las sillas de los limpiabotas porque dejaron que se llevaran el carro. Al día siguiente, Ballenato regresó manejando y volvió a parquearse. Cara de Bebi le preguntó que si había recuperado el carro. Ballenato dijo que no, pero que ahora a éste no le iba a dejar la llave puesta.
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© 2007, Carlos Fong
Tomado de "Desde el otro lado" (UTP, Panamá, 2003)
Puedes saber más del autor [[AQUÍ]]
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Ballenato, el loco del pueblo que se imaginaba siempre conduciendo un auto, llegó esa tarde y parqueó su carro imaginario frente al comisariato. Ballenato era todo un personaje. Hubo días en que provocó hasta tranques descomunales y el guardia de tránsito, para que Ballenato no fuera atropellado, tenía que seguirle la corriente y ayudarlo a empujar su carro, que se había descompuesto en plena calle, para estacionarlo a un lado de la vía.
Aquella mañana, como casi siempre, Ballenato llegó con todos sus ademanes de conductor: girando el timón, metiendo cambios cautelosos, echando reversa, hasta que logró parquear su carro al lado de la silla de Cara de Bebi; fue cuando se le ocurrió la broma.
Cuando regresó Ballenato y se preparaba para abrir la puerta de su carro, Cara de Bebi le dijo que cuál carro iba a manejar si se lo habían robado en su ausencia. La ira de Ballenato fue tan grande que casi destruye las sillas de los limpiabotas porque dejaron que se llevaran el carro. Al día siguiente, Ballenato regresó manejando y volvió a parquearse. Cara de Bebi le preguntó que si había recuperado el carro. Ballenato dijo que no, pero que ahora a éste no le iba a dejar la llave puesta.
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© 2007, Carlos Fong
Tomado de "Desde el otro lado" (UTP, Panamá, 2003)
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INTENTO - Diego Edgardo Rey
Lo intenté. Juro que lo hice.
Y no una vez. Fueron muchas.
Pero el mar la traía a mi orilla;
En la noche negra y vacía
En la tarde triste y fría
En la mañana gris, toda mía.
Más allá de mi esfuerzo, esa salvación.
Regresaba. La extrañaba. La buscaba.
La maté. No fue fácil.
El amor, a veces, nos confunde.
---
© 2007, Diego Edgardo Rey
Tomado de "Paraísos perdidos"
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Y no una vez. Fueron muchas.
Pero el mar la traía a mi orilla;
En la noche negra y vacía
En la tarde triste y fría
En la mañana gris, toda mía.
Más allá de mi esfuerzo, esa salvación.
Regresaba. La extrañaba. La buscaba.
La maté. No fue fácil.
El amor, a veces, nos confunde.
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© 2007, Diego Edgardo Rey
Tomado de "Paraísos perdidos"
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GRACIAS POR SEGUIR VISITÁNDONOS
Gracias, y no deje de visitarnos. Cada viernes. Cinco autores. Cinco minitextos.
Y a todas las escritoras y escritores de lengua española les invitamos a participar en este proyecto: envíe un texto breve, en cualquier género literario, con nombre, dirección y una breve ficha biográfica. Si el texto ya fue publicado, envíe también la información bibliográfica. Escríbanos a: libros(arroba)one-arrow.com.
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