«Mire, yo en la guerra fui francotirador, a doscientos metros le pegaba a una hormiga, bueno, sigo teniendo buen ojo, ya no como antes, veá, porque usté sabe que los reflejos se van debilitando, los años no pasan en balde, pero como le digo, me hubiera gustado participar alguna vez en los juegos olímpicos de tiro, fácil hubiera ganado un campeonato mundial, pero en fin, veá, lo que no es de uno ya ni modo.
«Después de la guerra anduve vendiendo billetes de lotería, también fui cobrador de microbuses —ahí aproveché y saqué la licencia—, después salté a vendedor rutero, siempre en la rebusca, veá, ya luego conocí a la Claudia y cuando quedó embarazada fue que un día me encontré con mi coronel que le digo, él se acordó de mí y me ofreció chance como supervisor en un negocio de seguridad privada que estaba poniendo.
«Por medio de mi coronel empecé a conocer gente bien importante, diputados que salían en los diarios y en la televisión y también otros macizos chapines y mexicanos. La verdá fue que yo me convertí en su chaneque personal, iba con él a todos lados, cuidándolo, veá, si hasta me regaló una Browning niquelada, una chulada de pistola, viera, si por billetes con mi coronel no había tristezas.
«Con esa gente probé la coca coca, no la coca cola, en el negocio se le dice perica, harina, almidón o leche. Si viera usté con un par de narizazos uno se siente supermán ¿nunca la ha probado?
«Bien seguido íbamos a Guatemala, a veces en avioneta, y es que mi coronel tenía varios negocios, entre ellos dos o tres lavanderías y una fabrica de jabones, aparte de la empresa de seguridad en la que yo le ayudaba. Mire, gracias a él en cosa de un año compré dos carros, una casa preciosa con cochera y una finquita allá en mi pueblo donde vivieron tranquilos mis viejitos sus últimos días.
«En el fondo yo estaba conciente, veá, que todo aquello sobre el tráfico de drogas estaba fuera de la ley, pero si la coca sirve —me ponía a reflexionar— para que la gente se sienta feliz, entonces, ¿qué de malo tenía?
«Un compadre de mi coronel andaba metido en política, era diputado, y parece que le estaba jugando chueco al grupo de este lado por lo cual un día me dieron la orden para ejecutarlo. Yo al principio aturré la cara, veá, pero tuve que ahuecar cuando uno de los mexicanos agarró a balazos la foto de mi mujer y mis hijos que no sé cómo putas había conseguido.
«Yo como le digo, había matado en la guerra, veá, pero así a sangre fría era la primera vez, por lo cual pasé algunos días bien jodido, pero como a lo hecho pecho, ni modo era cosa de hacerle huevos...»
Aquí, al nomás pronunciar la palabra "huevos" se escucha una detonación y la grabación se corta de inmediato.
Por cuestión de reserva judicial el juez blindado del tribunal donde se ventilaba hasta ayer el proceso contra la banda de narcotraficantes "los sabelotodo", no permitió la presencia de periodistas en el interrogatorio que se le efectuó al reo criteriado conocido por el alias de "snif", por lo que este medio tuvo que enviar de incógnito a su reportero estrella "el invisible", a quien desde ayer que sucedió el atentado en el dicho tribunal, nadie ha vuelto a ver. De forma misteriosa llegó esta mañana a nuestra redacción la cinta anteriormente transcrita, grabada supuestamente por "el invisible", que Dios mediante no haya corrido la misma suerte que el Snif, los defensores, fiscales, policías y el mismo juez, a quien según parece no le funcionó el blindaje. Seguiremos informando.
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© 2007, Miguel Ángel Chinchilla
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1 comentario:
Siempre genial don Miguel!
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