10.8.07

ÁNGELA - Consuelo Tomás

Eran los tiempos de la bienaventuranza. Todo andaba bien pero a las cinco y media de la tarde Ángela se ponía triste como una mata sin agua. Pasaba el camión cargado de vacas apretujadas, ignorantes de su destino de tasajo y bofes; destino triste del que sólo ella, Ángela, era testigo a las cinco y media de su tristeza diarai. Todo el bullicio de su edad se oscurecía y adoptaba un tono de madurez impropia de sus años. El camión pasaba allí abajo de su balcón de madera y ella entablaba una secreta solidaridad con las condenadas a muerte.

Pasaron los años destiñiendo un poco el color de todas las cosas y trayendo otras nuevas. Ángela había crecido y ya no era más la niña de entonces. Pero el camión seguía pasando a las cinco y media hacia el matadero y Ángela había trasmutado su tristeza infantil, su piedad ingenua, sus lagrimitas sucias de niñita flaca y pobre, por una inmensa rabia, por un callado odio que ella no ocultaba a las cinco y media cuando el camión pasaba, ya no cargado de vacas, sino de hombres.

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(c) 2007, Consuelto Tomás
Tomado de "Cuentos rotos" (Panamá, INAC, 1991)
Puede saber más de la autora [[AQUÍ]].

2 comentarios:

Edilberto González Trejos - Autor dijo...

Aparte del final que es como un disparo, me mató esta frase

"Ángela se ponía triste como una mata sin agua"

Transmutaciones que son más bien Degeneraciones ante el Absurdo Diario.

Muy bien Consuelo!

Con derecho a pataleta! dijo...

estoy motivada a seguir leyendo..