27.7.07

OCUPACIÓN - Myriam Bustos Arratia

El joven retozaba con la mujer del juez en el mismo lecho conyugal. Cuando notaron que alguien entraba en la casa abriendo la puerta con su propia llave, ella se espantó:

—¡Es mi marido, Dios mío! ¡Escóndete, escóndete!

Entonces él —como proceden los perros para pasar por un sitio estrecho— se hizo lámina, y se puso a salvo introduciéndose en el mismo hueco de donde había emergido hacía veinticinco años.

El auténtico drama se planteó cuando el juez quiso hacer uso de sus prerrogativas conyugales.

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Myriam Bustos Arratia
Tomado de "Microficciones" (Editorial Tecnociencia, San José, 2002)
Puedes conocer más de la autora [[AQUÍ]].

2 comentarios:

Anónimo dijo...

sere muy turra? no entendi el cuento...
saludos
viviane

Centro Pen Guatemala dijo...

Terminé de leer el cuento y a los dos segundos me reí y lo vi claro. Me divirtió. Un abrazo, Chente.