Ya se sabe que los espejos nunca reflejan del todo la realidad. Uno cree que sí, pero no. Es otra cosa lo que resulta, algo imprevisible, la excéntrica minucia que casi nadie percibe a primera vista, ese gramo ínfimo de significativo extrañamiento. Porque en algún momento ocurre una distorsión milimétrica, un quiebre que hace la diferencia. Hoy pude comprobarlo. La imagen que vi era idéntica a mi contundente figura: la duplicación, prácticamente el fenómeno esperado. Salvo por un detalle aterrador: Mi doble en el espejo era ciego, por lo que no vio a nadie de este lado mirándolo.
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Tomado del libro "En un instante y otras eternidades" (Panamá, 2006).
© 2007, Enrique Jaramillo Levi.
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7 comentarios:
No me debería sorprender, pero me sorprende la sorpresa en la última línea, aun en un cuento tan corto. Es una grata sorpresa, lo admito. Me hace sonreír.
He allí el espejo...
El espejo revisitado. Y un fenómeno cuántico, lo de la asimetría.
Leerlo me recordó a una frase de Italo Calvino bastante aplicable a la realidad: "No todo lo que parece valer frente al espejo, resiste cuando se refleja".
Pocas cosas tan ciertas como esas.
Que poco resisten algunas cosas al "examen del espejo", cierto Priscila?
Saludos
La maestría del cuentista.
No lo engañen. Es mal escritor.
Marcus Denebby
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