La mujer me hace hombre; no soy nada sin ella. Todo se lo debo: mi existencia, el pasado del que vengo, el futuro hacia el que voy soñando con la inmortalidad, el anhelo en el que vivo inspirado mi presente. Mi existencia parte de ella y se dirige siempre a su pasión.
¡Amo a la mujer! A la que me concibió en la esencia del amor. A la que me habla y me sorprende con dulce voz y grandes ideas, siempre niña adulta juguetona, mujer prodigiosa. A la que me ama, me eleva, y me hace grande y poderoso. A la que me desprecia, me trae de vuelta a tierra y me hace un hombre más sabio. A la que me abraza, me arranca un suspiro largo, me besa lentamente acelerando corazones y se queda en cada acto con un pedazo importante de mi alma. A la que ya no está, pero dejó una vez su intimidad de encaje, huella de su paso por mi vida, salvoconducto de regreso, presencia tangible en su ausencia. Amo a la mujer: madre, hija, amante amiga, origen del porvenir.
¡Qué sería de mí sin ti, mujer! ¡Qué sería de todos!
Con estas breves palabras me tocó hace poco presentar una exposición fotográfica dedicada a la mujer, organizada por la fotógrafa panameña J. C. Gibbs y un grupo de colegas fotógrafos. Hoy, me parecen apropiadas para darles la bienvenida a esta edición de miniTEXTOS.org en las que les traigo cinco piezas breves, cuento y teatro, escritas por mujeres, muy buenas escritoras nacidas en Panamá, México y Guatemala. Ellas son Moravia Ochoa López, Consuelo Tomás, Erika Harris, Mariluz Suárez Herrera y, por primera vez en estas páginas, Lorena Flores.
Espero que disfruten mucho de estas narraciones, como lo hice yo al elegirlas.
JLRP, editor.
21.12.07
VERSIÓN PIADOSA - Moravia Ochoa López
Bella mía, esta mañana te he mirado, te han observado mis ojos, mis sentidos todos, mi sangre te ha mirado con ternura, mi cabeza en tu piel se ha reclinado, y esa dulzura de los últimos días ha vuelto a estremecerme, estás al borde del milagro, tiene que ver conmigo. Amor, te he dicho, amor, cuídate mucho, y he marchado al trabajo.
Ahora he regresado, estoy de vuelta y tú permaneces frente a mí, compartiendo este pan, esta agua, este pecado de robarte desde dentro de mi corazón, y te estás quieta, quieta, y luego te levantas, qué ingrávida pareces, tus pasos de osa madre me dan dos versiones de ti: la frágil que tú eres, la tan suave, la tan amada y fina, la tan madura y otra, a la que puede todo, en fin.
Mujer, tú caminas con pasos pausados hacia la cocina, apagas todos los fogones, colocas cada plato en sus sitio, cada taza, limpias despacio todas las humedades, te entregas al trabajo sin doblar la espalda, hasta en el cansancio permaneces como una hermosa columna, estás como una copa en la que se ha bebido tantas veces y permanece intacta.
Mujer, esta mañana y ahora te he mirado, están las telas nuevas en la mesa, ahora buscas hilo, tijeras, recortas, cortas, emparejas, enhebras las agujas, luego detienes sobre mí tus ojos, mujer yo te he mirado y me has mirado.
Bella mía, quédate así conmigo, vuelve a poner tu mano sobre mi hombro, no regreses a las agujas, deja vasos y platos. Deja el libro en la cama, y tú, como si percibieras el curso de mi súplica, desde tu corazón te has levantado, caminas por la sala como si fueras el ángel de mi guarda, dejas que caiga la intimidad de las cortinas, nos situamos en un mundo perfecto, sólo habitado por nosotros, amor: me has escuchado.
Aquí sobre mi pecho, qué dulce peso tuyo, qué tibios tus frescores, qué música tu voz que hace silencio y habla.
Ella por fin lo amarra entre sus brazos. Mujer que eres delgada, ¿por qué te anchas así tan gravemente, qué te callas?
Y con esos dos ojos que toda la desnudan, ella lo mira mansamente, pone la mano de él sobre su vientre para decirle el hijo que vendrá.
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© 2007, Moravia Ochoa López
Tomado de "En la trampa y otras versiones inéditas" (INAC, Panamá, 1997)
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www.miniTEXTOS.org
Ahora he regresado, estoy de vuelta y tú permaneces frente a mí, compartiendo este pan, esta agua, este pecado de robarte desde dentro de mi corazón, y te estás quieta, quieta, y luego te levantas, qué ingrávida pareces, tus pasos de osa madre me dan dos versiones de ti: la frágil que tú eres, la tan suave, la tan amada y fina, la tan madura y otra, a la que puede todo, en fin.
Mujer, tú caminas con pasos pausados hacia la cocina, apagas todos los fogones, colocas cada plato en sus sitio, cada taza, limpias despacio todas las humedades, te entregas al trabajo sin doblar la espalda, hasta en el cansancio permaneces como una hermosa columna, estás como una copa en la que se ha bebido tantas veces y permanece intacta.
Mujer, esta mañana y ahora te he mirado, están las telas nuevas en la mesa, ahora buscas hilo, tijeras, recortas, cortas, emparejas, enhebras las agujas, luego detienes sobre mí tus ojos, mujer yo te he mirado y me has mirado.
Bella mía, quédate así conmigo, vuelve a poner tu mano sobre mi hombro, no regreses a las agujas, deja vasos y platos. Deja el libro en la cama, y tú, como si percibieras el curso de mi súplica, desde tu corazón te has levantado, caminas por la sala como si fueras el ángel de mi guarda, dejas que caiga la intimidad de las cortinas, nos situamos en un mundo perfecto, sólo habitado por nosotros, amor: me has escuchado.
Aquí sobre mi pecho, qué dulce peso tuyo, qué tibios tus frescores, qué música tu voz que hace silencio y habla.
Ella por fin lo amarra entre sus brazos. Mujer que eres delgada, ¿por qué te anchas así tan gravemente, qué te callas?
Y con esos dos ojos que toda la desnudan, ella lo mira mansamente, pone la mano de él sobre su vientre para decirle el hijo que vendrá.
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© 2007, Moravia Ochoa López
Tomado de "En la trampa y otras versiones inéditas" (INAC, Panamá, 1997)
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SARA - Lorena Flores
It is kind of funny; it is kind of sad the dreams in wich I am dying are the best I´ve ever had.
—Donny Darko Sound Track
—Donny Darko Sound Track
¿Hasta cuando dejaré de herirme física y emocionalmente una y otra vez? Se preguntaba Sara, una chica de corto cabello castaño, al darse cuenta que estaba herida de nuevo. No estaba segura si se trataba de un sueño o si alguien le ha contado la historia de alguien más que, al igual que ella, se llama Sara y sentía un intenso dolor en el vientre. Esta vez por lo menos no estaba sangrando. Tirada en el piso se decía "ya pasará, pronto desaparecerá y sólo quedarán las cicatrices". Sabe que las células acudirán deprisa, tomando atajos para sanar la herida. Es muy profunda, así que tendrán que llamar por refuersos. Finalmente, lograrán levantar un muro y agotadas se marcharán con la esperanza de que resista.
Sara opta por pensar que esto sucede en un mundo paralelo; en el cual otra Sara, distinta a ella yace herida, tumbada en el suelo. Cuando no logra concebir este mundo paralelo se dice que es una pesadilla y acabará al despertarse. No quiere percatarse de sus propias cicatrices. Los personajes pueden herirse, llorar, entristecerse, soñar, morir; pero ella no es un personaje con un nombre de cuatro letras. Ella es y tiene que sonreír, vivir y contar historias. Pondrá de nuevo a volar su imaginación y se irá la duda. Desistirá de tratar de esclarecer si es ella la que, sintiendo frío, ecribe un cuento frente al ordenador, o si es un recuerdo que ha traído a su memoria o es alguien más ajeno a su mundo quien ha inventado, imaginado e inmortalizado en una hoja de papel a una heroina llamada Sara.
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© 2007, Lorena Flores
Tomado de "Desnudo reposo" (Letra Negra Editores, Guatemala, 2005)
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CINCO DEDOS - Consuelo Tómas
Aquella mano larga. Larga, pecosa, huesuda, arrugada que se apoyaba en el bastón como si fuese una prolongación de su propio cuerpo. Aquella mano larga, enfermiza, alicaída, que por momentos parecía ser independiente. A veces inmóvil, a veces con esos dedos que se movían como gusanos. Nunca le miraba esos ojos vidriosos detrás de una cortina de años a aquella mujer cansada, ni el rostro que parecía venir de esos retratos amarillos de otro siglo, uno de esos rostros que habitan casas llenas de recuerdos, velatorios, figuras de santos, encajes, tíos lejanos, novios perdidos. No le miraba tampoco el cuerpo pesado encima de la mecedora balanceándose entre reuma y asma. Ni los hombros enocogidos, cubiertos siempre por una mantilla tejida y opaca, con ese color que le va saliendo a las cosas que se guardan y no se usan nunca más. No le miraba el rosario que le colgaba del cuello, ese cuello arrugado con arrugas que venían callendo de una cascada de piel definitivamente fuera de servicio. No le miraba el camafeo eternamente prendido del pecho, como si al quitárselo de allí fuera a salirse el viejo corazón castigado por la edad. En realidad sólo le miraba la mano. Fina, larga, pecosa aferrada al bastón, presa de él.
Yo era una critura aún el día en que todo ocurrió. En casa todo el mundo pensaba que ella era eterna. Nunca creía que podía suceder. Ese día le miré nuevamente la mano, cinco dedos que flotaban en el aire libres, terriblemente libres y abiertos, definitivamente lejos del bastón.
No sé cómo pude equivocar el frasco de sus medicinas, por el de aquel tremendo veneno.
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© 2007, Consuelo Tomás
Tomado de "Cuentos rotos" (INAC, Panamá, 1991)
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Yo era una critura aún el día en que todo ocurrió. En casa todo el mundo pensaba que ella era eterna. Nunca creía que podía suceder. Ese día le miré nuevamente la mano, cinco dedos que flotaban en el aire libres, terriblemente libres y abiertos, definitivamente lejos del bastón.
No sé cómo pude equivocar el frasco de sus medicinas, por el de aquel tremendo veneno.
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© 2007, Consuelo Tomás
Tomado de "Cuentos rotos" (INAC, Panamá, 1991)
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DESCUBIERTO - Erika Harris
Un ojo me mira desde que salí esta mañana. Piensa que no me he dado cuenta, pero lo veo con disimulo, de reojo. Se refleja en las vitrinas de las tiendas, en el brillo ondulado de los charcos de agua que la lluvia de julio ha sembrado en las calles. Está en el aire; a veces lo siento detrás de mi nuca. Ahora me observa con cuidado desde la acera de enfrente. Mira mis pies —debí pulir mis zapatos—. Sube por los pantalones —seguro tengo algún bolsillo descosido—. Me ve la camisa —por lo menos los cuadros son vistosos—. Se deliza por mi camisa. Mi perfil le interesa; tal vez la nariz, por aquello de que crece cuando se miente. (No es mi caso, no soy político. No he matado ni he robado.) Ahora está frente a mí. Qué experiencia tan desagradable para mis ojos, abosrver ese verdugo mirón. El instante empeora. Mira mis adentros. Va a descubrirlo todo: no tengo alma, no tengo amor, nada tengo.
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© 2007, Erika Harris
Tomado de "La voz en la mano" (Fundación Signos, Panamá, 2003)
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© 2007, Erika Harris
Tomado de "La voz en la mano" (Fundación Signos, Panamá, 2003)
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PLATO DE SOPA - Mariluz Suárez Herrera
Macrina, 73 años
Valentín, 22 años (puede ser indio o negro)
RESTAURANTE DE AUTOSERVICIO EN CUALQUIER CIUDAD. MESAS VACÍAS, LLENAS Y SEMI LLENAS. RUIDO DE HORA DE COMIDA. MACRINA SE ENCUENTRA HACIENDO COLA, TOMA UNA CHAROLA, PONE UNA CESTA PARA PAN, SE ACERCA A UNA MESA DONDE ESTÁ VALENTÍN A PUNTO DE COMER UN PRIMER BOCADO.
MACRINA: (SE DETIENE ANTES DE SENTARSE, CON DISGUSTO, PONE LA CHAROLA SOBRE LA MESA, AUTORITARIA) ¡olvidé el pan! (VALENTÍN SONRÍE, EMPIEZA A COMER) los abusos son malos… estaba muy caliente la sopa (VALENTÍN ASIENTE) este pan es para acompañar la sopa. Mi sopa… esa sopa… (SE LEVANTA POR UNA CUCHARA, REGRESA) yo soy de aquí (CORTA PEQUEÑOS PEDAZOS DE PAN Y LOS ECHA A LA SOPA) aquí es donde vi la primer luz, igual que usted ¿verdad? (METE LA CUCHARA Y EMPIEZA A COMER DEL PLATO DE VALENTÍN) me imagino que también usted nació en esta bendita tierra. Usted se ve bien (VALENTÍN REACCIONA A LOS COMENTARIOS DE MACRINA SIN DEJAR DE COMER, LENTAMENTE) se ve que no es casado, parece que tampoco tiene novia. (SE APROXIMA PARA LEER LO QUE DICE UN GAFETE QUE LLEVA PRENDIDO) señor… señor Valentín, yo soy Macrina y yo tampoco, digo tampoco soy casada, ni tengo novio, bueno ayer convidé al señor cura, sólo a desayunar, es bien buena gente, no vaya usted a pensar otra cosa. (SE SALPICA, ÉL LE PASA UNA SERVILLETA) ¡Ah! Mi vestido, está hermoso ¿verdad? Estoy estrenando y con la sopa pues ya está estrenado, nadie me ha dicho nada, bueno, no veo a mucha gente. Yo tampoco he dicho nada. (VALENTÍN SE LEVANTA, VA POR UN PLATO PREPARADO PARA ÉL) dije que los abusos son malos, entre que quiere y no quiere… pues nos acabamos mi sopa, este de a tiro ni lo disimula… (SE ACERCA VALENTÍN CON EL PLATILLO Y DOS TENEDORES) gracias, qué amable (AMBOS COMEN) sí yo procuro comer poco y como le iba diciendo, me puse este vestido para que me vieran todos, ya me fui a pasear al jardín de enfrente, estoy un poco decepcionada de la vida ¿usted también? Pero cuando se encuentra uno gente como usted, que se ve hombre de aprecio, con estos modos tan… educados. Usted también andará huyéndole al gentío igual que yo, y algo que nunca he podido comprender (SUSPIRA) es por qué no podemos todos ayudarnos a ser felices. No cree usted prudente que se acaben las malas caras. (VALENTIN SE PREPARA PARA IRSE) Bueno, no quería cansarlo, me dio gusto conocerlo (VALENTÍN SE LEVANTA Y SE VA) Me pinto la boca y hago lo mismo (BUSCA A SU ALREDEDOR) mi bolsa, se llevó mi bolsa. ¡Auxilio! ¡Ayuda! Alcancen al ladrón, alguien que reclame mis derechos, ese negro/indio desgraciado, se llevó mi bolsa. (MIRA LA MESA DE ATRÁS, DONDE HAY UN PLATO DE SOPA SERVIDO, UNA CUCHARA Y UNA BOLSA QUE CUELGA DE UNA SILLA. SE ACERCA, LA TOMA, SALE SIGILOSAMENTE. PASA FRENTE A VALENTÍN Y DOS HOMBRES QUE ENTRAN JUNTO CON ÉL) yo no sé de dónde salen esas feas costumbres, esos modos, esas mañas de andar cambiando las cosas de lugar. Si no fuera por hoy es mi cumpleaños… (SALE) TELÓN
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© 2007, Mariluz Suárez Herrera
Monólogo, adaptación de "Tazón de caldo" de autor desconocido
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Valentín, 22 años (puede ser indio o negro)
RESTAURANTE DE AUTOSERVICIO EN CUALQUIER CIUDAD. MESAS VACÍAS, LLENAS Y SEMI LLENAS. RUIDO DE HORA DE COMIDA. MACRINA SE ENCUENTRA HACIENDO COLA, TOMA UNA CHAROLA, PONE UNA CESTA PARA PAN, SE ACERCA A UNA MESA DONDE ESTÁ VALENTÍN A PUNTO DE COMER UN PRIMER BOCADO.
MACRINA: (SE DETIENE ANTES DE SENTARSE, CON DISGUSTO, PONE LA CHAROLA SOBRE LA MESA, AUTORITARIA) ¡olvidé el pan! (VALENTÍN SONRÍE, EMPIEZA A COMER) los abusos son malos… estaba muy caliente la sopa (VALENTÍN ASIENTE) este pan es para acompañar la sopa. Mi sopa… esa sopa… (SE LEVANTA POR UNA CUCHARA, REGRESA) yo soy de aquí (CORTA PEQUEÑOS PEDAZOS DE PAN Y LOS ECHA A LA SOPA) aquí es donde vi la primer luz, igual que usted ¿verdad? (METE LA CUCHARA Y EMPIEZA A COMER DEL PLATO DE VALENTÍN) me imagino que también usted nació en esta bendita tierra. Usted se ve bien (VALENTÍN REACCIONA A LOS COMENTARIOS DE MACRINA SIN DEJAR DE COMER, LENTAMENTE) se ve que no es casado, parece que tampoco tiene novia. (SE APROXIMA PARA LEER LO QUE DICE UN GAFETE QUE LLEVA PRENDIDO) señor… señor Valentín, yo soy Macrina y yo tampoco, digo tampoco soy casada, ni tengo novio, bueno ayer convidé al señor cura, sólo a desayunar, es bien buena gente, no vaya usted a pensar otra cosa. (SE SALPICA, ÉL LE PASA UNA SERVILLETA) ¡Ah! Mi vestido, está hermoso ¿verdad? Estoy estrenando y con la sopa pues ya está estrenado, nadie me ha dicho nada, bueno, no veo a mucha gente. Yo tampoco he dicho nada. (VALENTÍN SE LEVANTA, VA POR UN PLATO PREPARADO PARA ÉL) dije que los abusos son malos, entre que quiere y no quiere… pues nos acabamos mi sopa, este de a tiro ni lo disimula… (SE ACERCA VALENTÍN CON EL PLATILLO Y DOS TENEDORES) gracias, qué amable (AMBOS COMEN) sí yo procuro comer poco y como le iba diciendo, me puse este vestido para que me vieran todos, ya me fui a pasear al jardín de enfrente, estoy un poco decepcionada de la vida ¿usted también? Pero cuando se encuentra uno gente como usted, que se ve hombre de aprecio, con estos modos tan… educados. Usted también andará huyéndole al gentío igual que yo, y algo que nunca he podido comprender (SUSPIRA) es por qué no podemos todos ayudarnos a ser felices. No cree usted prudente que se acaben las malas caras. (VALENTIN SE PREPARA PARA IRSE) Bueno, no quería cansarlo, me dio gusto conocerlo (VALENTÍN SE LEVANTA Y SE VA) Me pinto la boca y hago lo mismo (BUSCA A SU ALREDEDOR) mi bolsa, se llevó mi bolsa. ¡Auxilio! ¡Ayuda! Alcancen al ladrón, alguien que reclame mis derechos, ese negro/indio desgraciado, se llevó mi bolsa. (MIRA LA MESA DE ATRÁS, DONDE HAY UN PLATO DE SOPA SERVIDO, UNA CUCHARA Y UNA BOLSA QUE CUELGA DE UNA SILLA. SE ACERCA, LA TOMA, SALE SIGILOSAMENTE. PASA FRENTE A VALENTÍN Y DOS HOMBRES QUE ENTRAN JUNTO CON ÉL) yo no sé de dónde salen esas feas costumbres, esos modos, esas mañas de andar cambiando las cosas de lugar. Si no fuera por hoy es mi cumpleaños… (SALE) TELÓN
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© 2007, Mariluz Suárez Herrera
Monólogo, adaptación de "Tazón de caldo" de autor desconocido
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Y a todas las escritoras y escritores de lengua española les invitamos a participar en este proyecto: envíe un texto breve, en cualquier género literario, con nombre, dirección y una breve ficha biográfica. Si el texto ya fue publicado, envíe también la información bibliográfica. Escríbanos a: libros(arroba)one-arrow.com.
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