A pesar de tener un nombre fuerte, no tenia nada de él. Habría querido ser más fuerte, de veras que. Llevar algo de esa sangre nórdica, orgullosa, que se podía desprender de su nombre. Pero no era así. “Greta, Greta”. A veces solía decir su nombre en voz alta esperando que eso le diera fuerzas para seguir. Era solo una ilusión. La verdad es que se sentía muy sola.
Tenía 10 años cuando llegó a casa de su madrina. No podía creer que hubiesen pasado 15 años desde aquel día en que entró de mano de su madre enferma en aquella casa, en aquel salón. Ahora, le parecía familiar, pero antes se le hacía tan amenazante. Aunque la verdad, tenía que reconocer que aquel salón nunca había dejado de ser un lugar amenazante. Su madrina, Ágata, solía dejarla sola en el salón junto a aquel ventanal que estaba junto a la escalera, desde donde se dominaba aquel tenebroso salón y podía sentir como se le helaba la sangre en aquel lugar que siempre permanecía en penumbras. Su madrina solía encender las luces bien entrada la noche, para ahorrar, decía. Greta siempre consideró esta costumbre como algo tenebroso.
Siempre pensó en irse de aquella casa, huir de Ágata, de su madrina. Pero siempre le faltó valor. No se atrevía a desafiar a su madrina, a su familia, a nadie.
No, ella no podía escapar, no tenia agallas para eso. Aunque se llamara Greta, con toda la fuerza de la cultura nórdica. Casi podía escuchar los barcos vikingos cuando decía su nombre. Pero cuando Ágata la llamaba, los vikingos huían, y quedaba ella, Greta, la pobre Greta, solo Greta y se sentía sola y muy desvalida. Greta quería huir, y lo intentó varias veces. Ágata se burlaba de ella. Sabía que nunca iba a ocurrir. Sabía que nunca se iría por sí misma, además ella no lo permitiría; hasta que así lo dispusiera.
Porque Ágata siempre mantuvo el control, siempre tuvo la razón, siempre hizo lo que quiso. Hasta ahora. Porque ahora Greta era libre. No porque ella lo quisiese. No porque lo hubiese pedido. No porque se hubiera ido, sino porque Ágata quería. Porque Ágata lo disponía.
Porque Ágata siempre se salía con la suya. Porque Ágata siempre tenía la razón. Porque Ágata había muerto y la había dejado sola.
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© 2007, Zulay Návalo
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1 comentario:
Excelente minitexto.. acaso es parte de una historia .. o de algun cuento.. exaltas muxo el nombre y eso resulta muy interesante.. muy lindo..
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